BOULDER, Colorado, EE. UU. (AP) - Un incendio que ya destruyó 170 casas en Colorado no parecía aminorar su intensidad el jueves y los vientos de hasta 96 kph (60 mph) amenazaban con llevarlo al centro de Boulder, donde algunos residentes recibieron el aviso de que debían prepararse para evacuar sus viviendas.
"Debido al viento de esta noche podríamos vernos obligados a salir a toda prisa", dijo Rob Bozeman, del Distrito de Protección Antiincendios de Montaña de Boulder.
Las autoridades temían que se extendiera la devastación que las llamas causaron al pie de las montañas, donde vecindarios de casas que costaban millones de dólares quedaron reducidos a pilas de escombros humeantes.
Las autoridades dijeron a los residentes del lado oeste de Boulder que se prepararan para dejar sus viviendas si las llamas avanzaban hacia la ciudad y les pidieron que retiraran objetos inflamables de sus jardines. También podaban el pasto seco en los espacios abiertos para quitarle combustible a las llamas fuera de control.
La ciudad recomendó a los residentes que llenen sus tanques de gasolina y tengan sus vehículos en dirección hacia la calle para salir a toda prisa. También les pidieron que mojen sus patios y plantas y que lleven consigo documentos importantes y medicinas en caso de tener que huir.
"Esto es absolutamente por precaución, pero es un incendio activo y se prevén fuertes vientos", dijo el portavoz del equipo de manejo de emergencias Dan Rowland.
Boulder, de unos 100.000 habitantes, es sede de la Universidad de Colorado y del Instituto Nacional de Estándares y Tecnología, que maneja el reloj atómico que controla la hora oficial de Estados Unidos.
El furioso incendio comenzó el lunes y se esparció a un área de 26 kilómetros cuadrados (10 millas cuadradas), hasta convertirse en el que más viviendas destruyó en la historia del estado.
Unas 3.500 personas llevaban cuatro días fuera de sus casas, sin saber qué había pasado detrás de la línea del fuego. Algunas esquivaron los retenes a pie o en bicicleta para verificar el estado de sus viviendas.
La noche del jueves, los sistemas de riego estaban encendidos en los jardines del oeste de la ciudad y la gente cargaba bolsos en sus automóviles.
Joe Glynn mojaba el jardín, mientras su familia empacaba, pero dijo que se quedaría a proteger su casa.
"Si es necesario, me pararé en el techo con una manguera", dijo.
Otro residente, Peter Cowan, recogía sus tarjetas de crédito, documentos financieros y fotos.
"Recibí la advertencia", dijo. "No entré en pánico, pero no la voy a ignorar".
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