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martes, 5 de abril de 2011

Otsuchi, devastada por el tsunami, no olvida a sus heroicos bomberos

Por Shingo Ito (AFP) – OTSUCHI, Japón
El día del tsunami, el bombero Fujio Koshita siguió tocando la campana mientras veía desde lo alto del cuartel, en el puerto de Otsuchi, cómo se aproximaban las enormes olas a toda velocidad.

Aún no se ha encontrado su cuerpo, pero Fujio Koshita es un héroe en su ciudad.

Cuando la tierra empezó a temblar, este hombre de 57 años, uno de los 28 bomberos del puerto de Otsuchi, llegó corriendo al cuartel. En lugar de escapar hacia las alturas de la ciudad para ponerse a salvo, acudió a toda prisa a dar la alerta, sacrificando su vida para salvar las de numerosos habitantes.

Lo primero que hizo fue tratar de accionar las sirenas de alarma, pero no funcionaban a causa de un brusco apagón. Encontró una vieja campana en un galpón, subió al tejado, la instaló y comenzó a tocarla a rebato, con vigor, durante largos minutos.

Más de tres semanas después del drama, los supervivientes recuerdan muy bien la angustia que sintieron cuando oyeron las campanadas desde el cuartel de bomberos a comienzos de la tarde, ese nefasto 11 de marzo. "El sonido de la campana era verdaderamente fuerte. Ese bombero demostró ser un hombre muy valiente. Me siento orgulloso de él", dice Kaito Yamasaki, un estudiante de 16 años.

"Pienso que lo que le importaba era salvar el mayor número de personas posible. Él era un hombre con un gran sentido del deber, como los japoneses de antaño, sumamente escrupuloso. Hablaba con frecuencia del honor de los bomberos", añade Toru Suzuki, un compañero de 41 años a quien Koshita ordenó ponerse a salvo.

Fujio Koshita siguió tocando la campana mientras veía las enormes olas del tsunami que se acercaban a gran velocidad desde el litoral, amenazando con su avalancha el puerto de Otsuchi y sumergiendo el cuartel de bomberos.

Actuando así, el bombero violó, a sabiendas, los preceptos que enseñaba a los más jóvenes, dicen sus colegas. "Pocos días antes, me había dicho con firmeza: en caso de urgencia, no te dejes morir. Los socorristas deben permanecer con vida", recuerda Akira Sasaki, bombero de 31 años.

Koshita no es el único bombero de Otsuchi en haberse sacrificado. Otros siete, que organizaban las evacuaciones, especialmente de personas mayores y minusválidos, murieron o han sido declarados desaparecidos.

Otros bomberos acudieron corriendo a tratar de cerrar las 12 compuertas de protección contra tsunamis de la bahía, pero las olas eran tan enormes y fuertes que todo quedó sumergido en pocos segundos.

"Yendo a la primera línea cumplimos con nuestro deber. Creo que nuestros esfuerzos permitieron salvar algunas vidas y limitar los daños", dice Mineo Oguni, de 61 años, el decano del cuerpo de bomberos.

Según el último balance oficial, 540 de los 15.000 habitantes de Otsuchi murieron, mientras que otros 1.051 siguen desaparecidos.

Pese al traumatismo, Yuki Kawabata, de 22 años, el más joven de los bomberos, no piensa dejar su trabajo. "Voy a seguir para honrar a mis compañeros muertos. Hemos perdido nuestras casas, pero tenemos aún mucha gente a la que proteger", dice.

"Si dejásemos de ejercer nuestro oficio, sería como si abandonáramos ante la catástrofe", agrega por su lado Akira Sasaki, quien ha vuelto al trabajo en el cuartel de bomberos provisional instalado en un barrio de Otscuchi que quedó intacto tras el terremoto y el tsunami.
http://www.google.com/hostednews/afp/article/ALeqM5ies9dK9T6gmbSllMyNHU5ZUsOAkg?docId=CNG.5101f5835aa7738e1d3b2b96744c55b0.451&index=0

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