Por Rafael Cano Franco
Ayer jueves al mediodía funcionarios del Ayuntamiento de Hermosillo andaban vueltos locos tratando de “acompletar” los 186 mil pesos de fianza para que el ex jefe de bomberos, Martín Francisco Lugo Portillo recuperara su libertad.
La detención de Lugo Portillo, además de injusta y vergonzosa, se aderaza con el señalamiento de que funcionarios municipales no acataron las instrucciones del alcalde, Javier Gándara Camou y pretendieron beneficiar económicamente a familiares otorgándoles el caso, el cual lo dejaron abandonado negligentemente.
Mire usted, originalmente Martín Lugo Portillo y los otros bomberos involucrados en el caso, incluyendo Roberto Copado, ex director de Protección Civil Municipal, tenían contratado a un despacho de abogados que había hecho la tarea llevando el caso de manera holgada y sin mayores sobresaltos, los gastos de esa representación jurídica eran pagados por el Ayuntamiento de Hermosillo de manera puntual, esto con el respaldo del acuerdo de Cabildo que facultaba esa erogación.
Las nuevas autoridades municipales, desde un principio recibieron instrucciones precisas de Javier Gándara Magaña de no desamparar a los bomberos, la orden se la dio directamente el Alcalde al secretario del Ayuntamiento, Gildardo Real Ramírez, quien a su vez comisionó al director Jurídico, Tranquilino Aguilar para atender el asunto.
El señor Aguilar, comunicó al anterior despacho que les pagarían menos de lo acordado y los abogados decidieron no aceptar la oferta y se retiraron del caso; su lugar lo ocupó el abogado Ricardo Bonillas Fimbres, familiar político del Secretario del Ayuntamiento.
Pero nunca estuvieron al pendiente de los pormenores, ni tampoco se dieron cuenta del vencimiento del amparo. Las consecuencias usted ya las ha visto: detuvieron al ex Jefe de Bomberos.
El miércoles cuando Javier Gándara se enteró, al primero que llamó a cuentas fue al secretario del Ayuntamiento, Gildardo Real quien no pudo explicar la negligencia con la cual fue manejado el caso por sus encargados, la reprimenda fue mayúscula y luego se retrasmitió al mismo Tranquilino Aguilar, quien por la tarde hacía llamadas desesperadas para tratar de convencer a los antiguos abogados para que retomaran el caso, no tenemos información sobre el éxito de tal encomienda, aunque todo hace indicar que sí los convenció de retomar la defensa jurídica.
Sin embargo, el jueves al mediodía en el Ayuntamiento no lograban juntar los 186 mil pesos para el pago de la fianza y aunque desde el Palacio de enseguida ofrecieron su apoyo, a final de cuentas al cerrar esta columna todavía el señor Lugo Portillo estaba detenido y todo porque Tranquilino le hizo honor al nombre y se comportó “tranquis, tranquis” pretendiendo quedar bien con el Secretario del Ayuntamiento, terminó perjudicando a los bomberos quienes pedían regresaran sus antiguos abogados.
http://www.ehui.com/2009/12/18/los-bomberos-y-la-burocracia
sábado, 19 de diciembre de 2009
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